Soraya es de las mujeres más
maravillosas que te podes topar en la vida. Castaña clara, rellenita de amor,
de 1,55cm de altura, ojos marrones... Casi café.
En el transcurso de su vida ha tropezado con muchas piedras, pero
hoy tropezó con un iceberg. Una situación complicada, muy complicada y
angustiadora.
Despertarme un viernes con una
noticia nefasta, me provoco solo dos sentimientos: DESESPERACION e IMPOTENCIA.
Desesperación por no saber qué
hacer, que pensar, como comportarme ante la situación, e impotencia por tenerla
exactamente a 1.293,07 millas (2.081 km) de mí.
“Y mi cabeza se me enfrenta en una
noche de solo pensar... y la alegría se me escapo y la agonía vuelve a
dominar”.
Hoy 18 de septiembre, a 5/6 días
de la lucha, de TU LUCHA por seguir acá, tener los dos pies sobre la
tierra, pedí un deseo. Pedí el típico deseo que se pide en los cumpleaños, en
este caso, el mío. Desee que no me soltaras las manos, que Dios se diera prisa
y que milagrosamente te encuentres descansando de un día agotador en tu casa,
junto a Cati y Tomi sobre tu falda, con
una sonrisa inmensa dibujada en tu rostro como te solía ver, y solo recordar
todo esto como una mala pesadilla.
El día casi está terminando, y
este deseo aún no se me cumple. No sé si dudar de la existencia de Dios, o que
pensar. Mi paciencia se me acaba, y siento que ya no me quedan lágrimas por
derramar de tanto dolor.
Quiero poder mantener mi cabeza
bien alta, quiero cerrar los ojos y tener fe. Quiero verte radiante bajo un
brillante sol y en un cielo infinito.
No es necesario que te imagines
todas las personas que están con vos en este momento, porque sabes que somos
incontables los que te amamos.
POR FAVOR, te pido que no te des
por vencida, que no bajes los brazos, aún no es el momento.
Vamos morocha que vamos a salir
de esta mala racha.